Por Mauricio Vallejo Marroquín Cuando el cipitío salió de la cocina con el sombrero empapado de ceniza, eructaba humo de brasas y miradas de niño recién nacido. Los gallos sacudiendo sus alas habían despertado rocío en las hojas del limonero que bailaban con el canto de los zenzontles. Se fue a adormecer sus ojos …
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